viernes, 22 de octubre de 2010

Diezmo: Ventana de los cielos

Diezmo: Ventana de los cielos

Hace muchos años un muchacho de dieciséis fue obligado a salir de casa porque su padre era demasiado pobre para sostenerlo. Así que caminó penosamente lejos con todas sus posesiones materiales empacadas en una pequeña bolsa, para establecerse en el negocio como fabricante de jabón en Nueva York. Cuándo el chico de campo llegó a la gran ciudad, encontró que tan duro era conseguir trabajo. Recordando las últimas palabras de su madre y también el consejo santo dado por el capitán de una barcaza de canal, el joven dedicó su vida a Dios, determinando a volver a su Hacedor un diezmo honesto de cada dólar que él ganara.
Así, cuando ganó su primer dólar, el joven dedicó sagradamente diez centavos de ello al Señor. Continuando con esta práctica, ¡los dólares continuaron ingresando! Pronto este fabricante llegó a ser socio en el negocio del jabón; cuando su socio murió pocos años más tarde, llegó a ser el único propietario.
El empresario próspero e instruyó a su contador de libros a abrir una cuenta para el Señor y acreditar un décimo de todos sus ingresos. El negocio creció milagrosamente. El honesto propietario empezó a dedicar dos décimos de sus ganancias; y entonces tres décimos, cuatro décimos; y finalmente, cinco décimos. Parecía como si sus ventas aumentaran en proporción a su generosidad, pronto su marca de jabón llego a ser una palabra en las casas a través del mundo.
William fue diácono en la Iglesia Bautista, y fue uno de los fundadores de la Sociedad Bautista de Educación en Nueva York, que después de su muerte, pasó a llamarse Universidad Colgate, en su honor. Además ayudó a organizar varias sociedades Biblicas, inclusive la American Bible Society (1816).
William Colgate fue este hombre quien Dios prosperó a cambio de su fidelidad a su Hacedor. Esta historia no es escrita con el objeto de la publicidad de los productos Colgate, sino con el objeto de destacar las bendiciones que acompañan el pago fiel de un diezmo honesto.

Lleven el diezmo íntegro a la casa del Tesoro, para que haya alimento en mi Casa. Sométanme a esta prueba, dice el Señor de los ejércitos, y verán si no les abro las compuertas del cielo y derramo para ustedes la bendición en abundancia.
Malaquías 3:10

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